Particularmente creemos que la visión se escribe desde el propósito del emprendedor como persona, y refleja su afán por cambiar algo que no está funcionando correctamente, esto se traduce en una clara oportunidad de mercado, pero con vitaminas.
Una visión bien escrita permite innovar en el camino, sin enamorarse de los "cómo" (las soluciones) y por eso debe ser ambiciosa y no contar fecha de caducidad como suele recomendarse desde el ámbito académico, el mejor indicador de una Visión vigorosa es que está cambiando el mercado.
Una visión bien escrita, hecha desde el propósito del emprendedor permite que la resiliencia sea natural, no hay que "forzarla" porque el emprendedor, sus socios y colaboradores tienen en perspectiva un impacto social más grande que las dificultades que enfrentan. Una empresa sin visión puede pasar de la resiliencia al masoquismo, y no saber "por lo cual se lucha" hace que simplemente sean tercos.
Una visión bien escrita permite explorar diferentes modelos de negocio, de generar ingresos, porque el objetivo de una empresa es servir, y puede ser muy creativa en cómo sirve mejor y cómo cobra por ese beneficio, así que una visión bien escrita también genera rentabilidad.
Por el contrario, una empresa sin visión es un cascarón que se va a desvanecer en cuanto el cliente sepa que lo miran como un simple bolsillo y que al emprendedor realmente no le importa muy su bienestar. Por ejemplo de esta crisis generada por el COVID-19 solo sobrevivirán las empresas que estuvieron de verdad al lado de sus clientes, que buscaron nuevas formas de resolver sus problemas, las demás empresas irán pasando a ser un cero a la izquierda, sin relevancia, si sobreviven esta bien pero si quiebran nadie saldrá a apoyarlas y en cada país ya han pasado un par de ejemplos de esto.
Así que esfuércense en crea Visiones inspiradoras, poderosas y sobre todo genuinas para que su brújula marque vehemente su norte.