Sin ser deportista extremo, pienso que por lo menos ellos tienen un alto grado de certeza de que las cosas le saldrán bien, ¡por supuesto! aprenden, ensayan, van aumentando el grado de dificultad y claro, se hacen a un buen equipo suficientemente probado para su seguridad.
Por el contrario el emprendedor es un suicida, es un paracaidista apostándole a un paracaídas que él mismo cosió en casa.
No estarán de acuerdo quienes desde la academia, abogando por un emprendedor formado en las más avanzadas técnicas de diseño de paracaídas, o los mercadologos que tratarán de tender redes a diez metros del piso tejidas de investigaciones de mercado y claro no falta quienes vendan rodilleras y cascos para la caída, pero afrontemos esto seriamente, todo depende del que se pone su propio maletín, se lanza y tira de la manija para abrir su innovación.
Pero ese loco no esta solo, hay suicidas tan descarados que se tiran en grupo y hacen figuras geométricas en el aire mientras caen libremente, se alientan, empujan y se abrazan en alianzas tan peligrosas como plausibles. Y bueno, si, lo único que queda es eso, gozarse el viaje y si podes hacerlo junto a otros locos como vos, pues a hacerle, a darle rienda suelta a este llamado antinatural de nuestra genética.
Aquí debería ir el párrafo que concluye el tema, pero no, no hay conclusiones cuando de emprender se habla.